1. Calvino y la doctrina de la predestinación
En el siglo XVI el francés Juan Calvino (1483-1564) enuncia su doctrina de la predestinación según la cual el ser humano está predestinado de antemano a condenarse o salvarse. Esta idea de que Dios determina de antemano la salvación o condenación de los hombres excluye la libertad de la persona para hacer obras buenas o malas ante Dios.
Ahora bien, si uno está predestinado para salvarse o condenarse, ¿cómo saber de antemano el final de cada persona? Calvino es claro: Si a uno le “va bien” en la vida, si sus negocios son prósperos, es virtuoso y vive con austeridad, es seguro que se salva. En cambio si uno solo tiene desgracias en esta vida, seguro que está condenado.
Esta doctrina va a traer tres graves consecuencias:
1. Sólo la prosperidad en los negocios es garante de una vida plena de sentido. El dinero y el poder se convierten en los indicadores de la “calidad humana”.
2. Aquellos que sufren penurias, como enfermedades, pobreza, etc. están de antemano condenados y no son “humanos dignos”. Pasan a ser ciudadanos de “segunda clase”.
3. Se crea una clase superior, una élite que es la única capaz de gobernar y dirigir los destinos de la humanidad por el “buen camino“ (el camino del poder y del dinero).
TEOCRACIA INICIO DEL ABSOLUTISMO DEL ESTADO
Mientras Calvino dominó la ciudad de Ginebra (ciudad de unos veinte mil habitantes), imperó en ella una verdadera teocracia (gobierno ejercido por los representantes de Dios), lo que se tradujo en un extremado puritanismo. Entre 1542 y 1561 fueron ejecutados cincuenta y ocho individuos y desterrados setenta y seis.
- La vida religiosa y moral de los ciudadanos era controlada y cada hogar inspeccionado a lo menos una vez al año.
- La asistencia a los servicios religiosos era obligatoria, so pena de multa.
- La ley prescribía el color y número de trajes que se podía tener, así como lo que se podía comer.
- Estaban prohibidas las representaciones teatrales, los juegos de azar, los bailes y las canciones indecentes.
- Los nombres de los niños debían aparecer en el Antiguo Testamento.
- La fornicación era penada con el destierro; el adulterio, la blasfemia y la idolatría, con la muerte.
- Hablar irrespetuosamente de Calvino y el clero era un crimen, como también lo era apartarse del credo oficial.
"Llamamos predestinación el decreto eterno de Dios con el cual estableció lo que ha de hacer cada uno de los hombres, puesto que no todos fueron creados con las mismas condiciones, sino que algunos fueron destinados a la vida eterna y otros a la eterna condenación" Calvino (Institución Cristiana, Capítulo XIV, N°5).
“De aquí concluyo que Jesucristo fue hecho justicia nuestra al revestirse de la forma de siervo; en segundo lugar, que nos justifica en cuanto obedeció a Dios su Padre; y por tanto, que no nos comunica este beneficio en cuanto Dios, sino según la dispensación que le fue encargada. Porque, aunque sólo Dios sea la fuente de la justicia, y no haya otro medio de ser justos que participando de Él, sin embargo, como por una desdichada desgracia quedamos apartados de su justicia, necesitamos acudir a un remedio inferior: que Cristo nos justifique con la virtud y poder de su muerte y resurrección”. Calvino (Institución Cristiana, Capítulo XI).
En Sudáfrica, los predicadores calvinistas blancos justificaban el racismo institucionalizado conforme a la idea de predestinación. Según este criterio, sólo los blancos podrían librarse de la condenación, ya que su nivel de riqueza, su grado de civilización y la prosperidad alcanzada por esta comunidad serían signos de la voluntad divina para salvarles. Por el contrario el “atraso” social, económico y cultural de la mayoría “de color” mostraría a un Dios disconforme con ellos, quienes no se ajustarían a su Ley. Tal situación validaría – según dicha doctrina – la existencia del apartheid, que era visto por los pastores como el método más adecuado para evitar que los blancos, predestinados a salvarse, adoptasen los “vicios” de los negros y se condenaran por ello. La segregación racial predicada desde los púlpitos no solo evitaría a los blancos caer en pecado, sino que ayudaría a los negros a conocer la Ley Divina y así acceder “algún día” al nivel de desarrollo de los blancos, pudiendo así conseguir su salvación.
Frente a estas doctrinas racistas y colonialistas algunos pastores propugnaron una actitud más intransigente. Los fundamentalistas cristiano-racistas pretendían justificar el apartheid arguyendo que éste sería la consecuencia de un mandato divino y de un orden de cosas preestablecido. Para ello, hicieron una interpretación arbitraria y mal intencionada del cristianismo; religión que no contempla entre sus dogmas la discriminación racial – a la que no se hace mención en ninguno de sus textos – debido a su carácter universalista. Los teóricos del racismo religioso acudieron al “Antiguo Testamento” para “demostrar” sus hipótesis. Así, según esta interpretación, Dios, tras establecer una Alianza con Noé a raíz de su fidelidad durante el diluvio universal, le dio tres hijos: Sem (antepasado de los pueblos semitas, y por extensión de los de todo Oriente Medio), Cam (antecesor de los pueblos africanos) y Jafét (progenitor de los pueblos europeos). Posteriormente, condenó a Cam – quién habría pecado reiteradamente – y a sus descendientes a servir a Sem y a su prole hasta el final de los tiempos. De ahí que los padres calvinistas, quienes se autoconsideraban portadores de las antiguas alianzas de Israel, quisieran ver una continuación real de un relato de origen místico.
El calvinismo sudafricano, al igual que otras variantes de esta confesión, contempla la libre interpretación de la Biblia a la hora de impartirse la liturgia, lo que explica la aparición de este tipo de doctrinas en el entorno afrikaner”
José Mª del Olmo Gutiérrez. “Las caras del racismo”
Dentro del Calvinismo, Weber se centra en dos principios que fueron desarrollados por Calvino, pero se convierten en líneas fundamentales del Calvinismo 50 años después de la muerte de Calvino:
- Principio de predestinación.
- Principio de concesión de bienes.
Según estos principios, Dios ha destinado antes de la Creación a los hombres a la eterna vida y ha sentenciado a otros a la eterna muerte. A los elegidos Dios les otorga todo tipo de premios y de bienes, les dota de un corazón humano, capacidad de optar por lo bueno y la capacidad de comprender las palabras de Dios. Los elegidos imitarán en todo a Dios, en el trabajo perfecto e incansable que realizó Dios. También lo imitarán en su inmejorable organización de todo lo existente, le seguirá también un principio de método. A los demás mortales (a los condenados), Dios les olvida y les retira los dones naturales; entre los bienes que les quita figuran la inteligencia, el afán de trabajo, la organización, el método y les entrega a sus propios placeres, a las tentaciones del mundo y al poder de las tinieblas.
Todo lo que es placer, sensibilidad, toda ostentación, todo afán de apariencia, etc, es rechazado. Esto supone una tremenda austeridad. De aquí se deriva la inversión, si trabajamos incansablemente y no gastamos, se producirá mucho y más, se podrá invertir. Esto fomentará el capital porque no se puede gastar más que lo estrictamente necesario (esto sería en el supuesto en que llevásemos a cabo las ideas del Calvinismo).
Estos dos principios. Debieron sumergir a los individuos en la más absoluta soledad y angustia interior. El Calvinismo y El Protestantismo fomentan el aprendizaje de la lectura ya que debían leer la Biblia.
Salvo por los bienes recibidos no había modo de saber si se era elegido o condenado. Por consiguiente los individuos intentarían demostrarse así mismos y a los demás que formaban parte de los primeros, desarrollando la inteligencia, mostrando afán de trabajo, un comportamiento voluntarioso, haciendo gala de una vida sobria, y sin lujos ni ostentaciones.
Del Calvinismo surge el Puritanismo que todavía hoy resurge en EE.UU. y Reino Unido. Según las creencias del Calvinismo, el trabajo es el destino del hombre, y las riquezas, tanto las materiales como las espirituales es en la medida y en la expresión de la gracia de Dios.
- Principio de inversión El trabajo genera capital y este no puede ser utilizado con bienes superfluos, es invertido en cometidos útiles, es decir, en máquinas, en la banca, en la educación y en la ciencia. El Calvinismo no es contrario a la Ciencia y la Filantropía. Las buenas obras no sirven para la salvación, pero si para demostrar que se pertenece a los elegidos.
De todo esto deriva Weber una serie de valores pertenecientes inicialmente al Calvinismo que crean y refuerzan una mentalidad que parcialmente ya existía en la sociedad incipientemente, una mentalidad que será decisiva para el desarrollo del capitalismo.
• El trabajo profesional
• La organización
• El método
• La eficacia
• El conocimiento (Decisivos para la creación del capitalismo)
• La utilidad
• El éxito
• La riqueza
Estos valores exaltados por el Calvinismo que supone la ética protestante, van perdiendo con el tiempo una vinculación religiosa como valores secularizados, pasan a formar parte de lo que Weber denomina el espíritu del capitalismo.
En resumen, los valores calvinistas legitiman e impulsan efusivamente el proceso de racionalización que distingue al capitalismo occidental del resto de formas históricas del capitalismo. El pronóstico de Weber es que la racionalización terminará por abarcar toda la esfera de la vida social. Piensa Weber que la multiplicación de reglamentos acorralarán al individuo, lo conducirá al aislamiento de modos que finalmente sucumbirá a la organización de… (pensamiento pesimista).
Este planteamiento es próximo al de la alienación de Marx. Resumiendo, la visión de Weber no es más pesimista que la de Marx, aunque no se atreve a proponer un nuevo modelo de sociedad alternativa. Para Weber los valores que impulsaron el espíritu capitalista, con el tiempo desaparecerán y la riqueza se convertirá en un fin en si mismo. Lo más probable es que en un futuro la racionalidad capitalista, se torne en una convulsa lucha de todos contra todos, si otro nuevo sistema de valores, otros nuevos principios morales no lo evitan.
MAX WEBER “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1905).