1. Calvino y la doctrina de la predestinación

En el siglo XVI el francés Juan Calvino (1483-1564) enuncia su doctrina de la predestinación según la cual el ser humano está predestinado de antemano a condenarse o salvarse. Esta idea de que Dios determina de antemano la salvación o condenación de los hombres excluye la libertad de la persona para hacer obras buenas o malas ante Dios.
Ahora bien, si uno está predestinado para salvarse o condenarse, ¿cómo saber de antemano el final de cada persona? Calvino es claro: Si a uno le “va bien” en la vida, si sus negocios son prósperos, es virtuoso y vive con austeridad, es seguro que se salva. En cambio si uno solo tiene desgracias en esta vida, seguro que está condenado.
Esta doctrina va a traer tres graves consecuencias:
1. Sólo la prosperidad en los negocios es garante de una vida plena de sentido. El dinero y el poder se convierten en los indicadores de la “calidad humana”.
2. Aquellos que sufren penurias, como enfermedades, pobreza, etc. están de antemano condenados y no son “humanos dignos”. Pasan a ser ciudadanos de “segunda clase”.
3. Se crea una clase superior, una élite que es la única capaz de gobernar y dirigir los destinos de la humanidad por el “buen camino“ (el camino del poder y del dinero).

TEOCRACIA INICIO DEL ABSOLUTISMO DEL ESTADO

Mientras Calvino dominó la ciudad de Ginebra (ciudad de unos veinte mil habitantes), imperó en ella una verdadera teocracia (gobierno ejercido por los representantes de Dios), lo que se tradujo en un extremado puritanismo. Entre 1542 y 1561 fueron ejecutados cincuenta y ocho individuos y desterrados setenta y seis.
- La vida religiosa y moral de los ciudadanos era controlada y cada hogar inspeccionado a lo menos una vez al año.
- La asistencia a los servicios religiosos era obligatoria, so pena de multa.
- La ley prescribía el color y número de trajes que se podía tener, así como lo que se podía comer.
- Estaban prohibidas las representaciones teatrales, los juegos de azar, los bailes y las canciones indecentes.
- Los nombres de los niños debían aparecer en el Antiguo Testamento.
- La fornicación era penada con el destierro; el adulterio, la blasfemia y la idolatría, con la muerte.
- Hablar irrespetuosamente de Calvino y el clero era un crimen, como también lo era apartarse del credo oficial.


"Llamamos predestinación el decreto eterno de Dios con el cual estableció lo que ha de hacer cada uno de los hombres, puesto que no todos fueron creados con las mismas condiciones, sino que algunos fueron destinados a la vida eterna y otros a la eterna condenación" Calvino (Institución Cristiana, Capítulo XIV, N°5).

“De aquí concluyo que Jesucristo fue hecho justicia nuestra al revestirse de la forma de siervo; en segundo lugar, que nos justifica en cuanto obedeció a Dios su Padre; y por tanto, que no nos comunica este beneficio en cuanto Dios, sino según la dispensación que le fue encargada. Porque, aunque sólo Dios sea la fuente de la justicia, y no haya otro medio de ser justos que participando de Él, sin embargo, como por una desdichada desgracia quedamos apartados de su justicia, necesitamos acudir a un remedio inferior: que Cristo nos justifique con la virtud y poder de su muerte y resurrección”. Calvino (Institución Cristiana, Capítulo XI).

En Sudáfrica, los predicadores calvinistas blancos justificaban el racismo institucionalizado conforme a la idea de predestinación. Según este criterio, sólo los blancos podrían librarse de la condenación, ya que su nivel de riqueza, su grado de civilización y la prosperidad alcanzada por esta comunidad serían signos de la voluntad divina para salvarles. Por el contrario el “atraso” social, económico y cultural de la mayoría “de color” mostraría a un Dios disconforme con ellos, quienes no se ajustarían a su Ley. Tal situación validaría – según dicha doctrina – la existencia del apartheid, que era visto por los pastores como el método más adecuado para evitar que los blancos, predestinados a salvarse, adoptasen los “vicios” de los negros y se condenaran por ello. La segregación racial predicada desde los púlpitos no solo evitaría a los blancos caer en pecado, sino que ayudaría a los negros a conocer la Ley Divina y así acceder “algún día” al nivel de desarrollo de los blancos, pudiendo así conseguir su salvación.
Frente a estas doctrinas racistas y colonialistas algunos pastores propugnaron una actitud más intransigente. Los fundamentalistas cristiano-racistas pretendían justificar el apartheid arguyendo que éste sería la consecuencia de un mandato divino y de un orden de cosas preestablecido. Para ello, hicieron una interpretación arbitraria y mal intencionada del cristianismo; religión que no contempla entre sus dogmas la discriminación racial – a la que no se hace mención en ninguno de sus textos – debido a su carácter universalista. Los teóricos del racismo religioso acudieron al “Antiguo Testamento” para “demostrar” sus hipótesis. Así, según esta interpretación, Dios, tras establecer una Alianza con Noé a raíz de su fidelidad durante el diluvio universal, le dio tres hijos: Sem (antepasado de los pueblos semitas, y por extensión de los de todo Oriente Medio), Cam (antecesor de los pueblos africanos) y Jafét (progenitor de los pueblos europeos). Posteriormente, condenó a Cam – quién habría pecado reiteradamente – y a sus descendientes a servir a Sem y a su prole hasta el final de los tiempos. De ahí que los padres calvinistas, quienes se autoconsideraban portadores de las antiguas alianzas de Israel, quisieran ver una continuación real de un relato de origen místico.
El calvinismo sudafricano, al igual que otras variantes de esta confesión, contempla la libre interpretación de la Biblia a la hora de impartirse la liturgia, lo que explica la aparición de este tipo de doctrinas en el entorno afrikaner”
José Mª del Olmo Gutiérrez. “Las caras del racismo”

Dentro del Calvinismo, Weber se centra en dos principios que fueron desarrollados por Calvino, pero se convierten en líneas fundamentales del Calvinismo 50 años después de la muerte de Calvino:
- Principio de predestinación.
- Principio de concesión de bienes.
Según estos principios, Dios ha destinado antes de la Creación a los hombres a la eterna vida y ha sentenciado a otros a la eterna muerte. A los elegidos Dios les otorga todo tipo de premios y de bienes, les dota de un corazón humano, capacidad de optar por lo bueno y la capacidad de comprender las palabras de Dios. Los elegidos imitarán en todo a Dios, en el trabajo perfecto e incansable que realizó Dios. También lo imitarán en su inmejorable organización de todo lo existente, le seguirá también un principio de método. A los demás mortales (a los condenados), Dios les olvida y les retira los dones naturales; entre los bienes que les quita figuran la inteligencia, el afán de trabajo, la organización, el método y les entrega a sus propios placeres, a las tentaciones del mundo y al poder de las tinieblas.
Todo lo que es placer, sensibilidad, toda ostentación, todo afán de apariencia, etc, es rechazado. Esto supone una tremenda austeridad. De aquí se deriva la inversión, si trabajamos incansablemente y no gastamos, se producirá mucho y más, se podrá invertir. Esto fomentará el capital porque no se puede gastar más que lo estrictamente necesario (esto sería en el supuesto en que llevásemos a cabo las ideas del Calvinismo).
Estos dos principios. Debieron sumergir a los individuos en la más absoluta soledad y angustia interior. El Calvinismo y El Protestantismo fomentan el aprendizaje de la lectura ya que debían leer la Biblia.
Salvo por los bienes recibidos no había modo de saber si se era elegido o condenado. Por consiguiente los individuos intentarían demostrarse así mismos y a los demás que formaban parte de los primeros, desarrollando la inteligencia, mostrando afán de trabajo, un comportamiento voluntarioso, haciendo gala de una vida sobria, y sin lujos ni ostentaciones.
Del Calvinismo surge el Puritanismo que todavía hoy resurge en EE.UU. y Reino Unido. Según las creencias del Calvinismo, el trabajo es el destino del hombre, y las riquezas, tanto las materiales como las espirituales es en la medida y en la expresión de la gracia de Dios.
- Principio de inversión El trabajo genera capital y este no puede ser utilizado con bienes superfluos, es invertido en cometidos útiles, es decir, en máquinas, en la banca, en la educación y en la ciencia. El Calvinismo no es contrario a la Ciencia y la Filantropía. Las buenas obras no sirven para la salvación, pero si para demostrar que se pertenece a los elegidos.
De todo esto deriva Weber una serie de valores pertenecientes inicialmente al Calvinismo que crean y refuerzan una mentalidad que parcialmente ya existía en la sociedad incipientemente, una mentalidad que será decisiva para el desarrollo del capitalismo.
• El trabajo profesional
• La organización
• El método
• La eficacia
• El conocimiento (Decisivos para la creación del capitalismo)
• La utilidad
• El éxito
• La riqueza
Estos valores exaltados por el Calvinismo que supone la ética protestante, van perdiendo con el tiempo una vinculación religiosa como valores secularizados, pasan a formar parte de lo que Weber denomina el espíritu del capitalismo.
En resumen, los valores calvinistas legitiman e impulsan efusivamente el proceso de racionalización que distingue al capitalismo occidental del resto de formas históricas del capitalismo. El pronóstico de Weber es que la racionalización terminará por abarcar toda la esfera de la vida social. Piensa Weber que la multiplicación de reglamentos acorralarán al individuo, lo conducirá al aislamiento de modos que finalmente sucumbirá a la organización de… (pensamiento pesimista).
Este planteamiento es próximo al de la alienación de Marx. Resumiendo, la visión de Weber no es más pesimista que la de Marx, aunque no se atreve a proponer un nuevo modelo de sociedad alternativa. Para Weber los valores que impulsaron el espíritu capitalista, con el tiempo desaparecerán y la riqueza se convertirá en un fin en si mismo. Lo más probable es que en un futuro la racionalidad capitalista, se torne en una convulsa lucha de todos contra todos, si otro nuevo sistema de valores, otros nuevos principios morales no lo evitan.
MAX WEBER “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1905).

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2. El esclavismo

“La humanidad se divide en dos: los amos y los esclavos”
Aristóteles, La política


En la costa occidental de África el tráfico trasatlántico de esclavos comenzó en el siglo XV, más concretamente en el año 1441 con el tráfico de los primeros esclavos africanos llevado a cabo por los portugueses. Los futuros esclavos eran capturados generalmente por otros africanos y transportados a la costa occidental de África. Durante más de un siglo Portugal siguió monopolizando el comercio. A finales del siglo XVI, el Reino Unido empezó a competir por el derecho a abastecer de esclavos a las colonias ultramarinas detentado hasta entonces por Portugal, Francia, Holanda y Dinamarca. En este momento, los ingleses que llegaron con retrazo a la carrera, comienzan a dominar los mares, adjudicándose el liderazgo en el comercio negrero: el primer cargamento fue transportado en 1562. En 1713, la British South Sea Company consiguió el derecho exclusivo de suministro de esclavos a las colonias transoceánicas. La trata continuará siendo legal hasta finales del siglo XIX, con grandes diferencias temporales en los diferentes países.
A través de la costa oriental africana, ya durante el siglo XV, los comerciantes árabes enviaban esclavos de África central a los mercados de Arabia, Irán y la India. Ahora bien, el tráfico de esclavos realizado por europeos, llegó más tarde que a la costa occidental. Fue a partir de 1645 que los traficantes y comerciantes portugueses comenzaron a capturar y exportar esclavos de Mozambique debido a la ocupación realizada por los holandeses, en agosto de 1641, de Angola y Benguela, dominadas hasta entonces por los portugueses. El tráfico se intensificó a partir de la segunda mitad del Siglo XVIII. Ya antes de ese siglo habían salido esclavos de Mozambique, pero en ningún caso el número fue tan elevado y alarmante como desde el Siglo XVIII en adelante. A partir de los primeros años del Siglo XIX, las relaciones comerciales con el exterior pasaron a depender casi exclusivamente de la exportación de esclavos. De todos los puertos de Mozambique se exportaban cautivos para las islas francesas del Índico, América, Arabia, Golfo Pérsico, India y Goa. A partir de 1830, los árabes fueron los principales traficantes de esclavos. Muchas embarcaciones árabes, desde diferentes puertos de Mozambique trasportaron gran número de esclavos para las islas Comores y Madagascar, entre otras regiones. La ciudad de Zanzíbar a partir de 1839 se convirtió en un verdadero centro del tráfico de esclavos en la costa oriental de África. A partir de 1854, el tráfico de esclavos para las islas francesas pasó a llamarse "exportación de trabajadores libres". Esto se debió a la prohibición del tráfico y al control de los ingleses en el Índico.
Las consecuencias del tráfico de esclavos para África fueron negativas, más bien desastrosas, en todos los aspectos.
A nivel demográfico, el tráfico de esclavos causó estragos en el continente africano cuyas consecuencias son sufridas incluso en la actualidad. El éxodo forzado de millones de personas provocó la disminución del crecimiento vegetativo de la población africana, ya que los hombres y mujeres en edad de procreación fueron los más vendidos. Hay regiones que no se han recuperado de la exportación masiva de sus habitantes, los espacios vacíos e improductivos y la falta de mano de obra, delatan día a día el genocidio perpetrado. Es interesante apuntar que entre 1500 y 1870 el crecimiento demográfico acusó en África un retraso sensible con relación al de cualquier otro continente durante el mismo período, y cuando cesó la demanda de esclavos hacia finales del siglo XIX, el crecimiento demográfico alcanzó entre 1900 y 1950 una de las tasas más elevadas del mundo.

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3. La Ilustración y la fe ciega en el progreso

“Homo, hominis lupus. El hombre es lobo para el hombre”
Thomas Hobbes s. XVII


2.3.1. LA FE CIEGA EN EL PROGRESO CIENTÍFICO

Los grandes descubrimientos de la ciencia y los avances técnicos van creando un cierto optimismo en la razón humana. La humanidad “antigua” ha vivido anclada en tradiciones, supersticiones y autoridades arbitrarias. El progreso científico configurará una “nueva humanidad” donde se creen nuevas relaciones con la naturaleza y con los demás de manera racional. El conocimiento racional hará que vivamos mejor. El progreso garantiza de esta manera la felicidad humana.
El Iluminismo ilustrado mantiene el hedonismo (la finalidad del hombre en la vida es ser feliz) en el ámbito de la ética, así como el pragmatismo (doctrina que centra el problema de la verdad del conocimiento en la utilidad, la finalidad y la acción) y el liberalismo en el aspecto político.
¿Qué consecuencias tiene este dogma?
1. La ciencia no puede tener límites, pues poner límites a la ciencia es cerrarse al conocimiento y el progreso. Todo es experimentable, medible y evaluable.
2. Se rompe la unidad hombre-naturaleza. No se trata ya de dominar la Tierra, en el sentido de ser dueño y señor de la herencia recibida. El progreso científico toma la Tierra como una propiedad que puede y debe ser explotada en sus recursos naturales. Podemos controlar las fuerzas naturales.
3. El progreso científico implica un progreso moral. Se sustituye la ley natural, es bueno lo que construye a la persona por la ley positiva, es bueno lo que es útil.
En ese siglo tuvieron lugar los primeros intentos de clasificar al ser humano según sus diferencias físicas, siguiendo el principio linneano de especie. Surge así el concepto de raza, considerada como una subdivisión de la especie humana basada en criterios biológicos.
Con una base protestante el naturalista francés Buffón (Conde Goerge Louis Leclerc), en su Historia natural en treinta y seis tomos, afirma la preeminencia de la cultura europea racionalista, demostrado por el progreso alcanzado por la misma, como manifestación cultural de la superioridad de la raza europea blanca nórdica, frente a los europeos mediterráneos y, por supuesto, frente a las otras razas humanas, y en consecuencia frente a los mestizajes derivados de éstas.
Buffón crea así una importante corriente de pensamiento de raza, que sientan una serie de bases científicas que influirán en el siguiente siglo XIX en la figura de Gobineau.
Con Buffon el concepto de raza adquirió un significado distinto al de nación. Al analizar las diferencias entre los hombres, llegó a la conclusión de que se deben a tres causas principales:
- el clima, que explica las del color de la piel,
- la alimentación
- las costumbres, responsables de características físicas como la nariz achatada, los labios gruesos, etc.
Partiendo de la unidad original de la especie humana, y de las migraciones primitivas por las que esta se expandió y multiplicó en todo el planeta, consideró que los tres factores señalados provocaron los cambios conducentes a las variedades humanas actuales, que no deben ser confundidas con especies humanas diferentes. Otros factores que contribuyeron a la diferenciación humana fueron las epidemias y la mezcla de individuos distintos.
Para Buffon, el medio humano por excelencia está en la zona templada, entre los paralelos de 400 y 500, que ofrece las mejores condiciones de vida y donde se hallan, por lo tanto, los seres humanos más bellos y mejor dotados de la Tierra, producto de un perfecto equilibrio entre el medio y la especie. Las demás variedades humanas se alejan de ese modelo ideal en proporción a la distancia a que viven del clima templado.
Las apreciaciones de Buffon sobre las sociedades salvajes, a las que consideraba un conjunto tumultuoso de hombres bárbaros que no obedecían más que a sus pasiones particulares, para los que el robo, el hurto, el asesinato y la promiscuidad sexual eran pan cotidiano, concuerdan con su visión del salvaje como un hombre más cercano al animal, del que otros se distanciaron como resultado de la civilización. Pero, al mismo tiempo, Buffon recalcaba la necesidad de una investigación científica sobre los orígenes humanos, con el fin de determinar el verdadero carácter de las sociedades primitivas.
Esta ruptura entre el hombre y la naturaleza la expresa de manera admirable el jefe indio Noah Seallth, cuando pregunta al hombre blanco

“¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Esta idea nos es desconocida. Si nosotros no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos?...
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y, una vez conquistada, sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra a la tierra sus hijos… Tampoco le importa. Y su apetito devorará la tierra, dejando atrás sólo un desierto…
Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más q
ue un búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.
¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual: porque lo que suceda a los animales también sucederá al hombre. Todo va enlazado.” Mensaje de Noah Sealth

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3.2. El mito del buen salvaje

Por increíble que pueda parecernos, en un primer momento llegó a dudarse de que los nativos americanos fueran también seres humanos (“gente” en el lenguaje de la época). No fue hasta 1537 cuando el Papa Pablo III decretó, en una bula, que los amerindios eran también descendientes de Adán y Eva.
Pero fue a partir de la Ilustración, con el establecimiento del método científico, cuando se intentó buscar una justificación biológica a este prejuicio racial tan antiguo y a estructurarlo en su forma actual. La concepción cartesiana del mundo natural llevó a considerar que la variación humana podría ser clasificada mediante la razón de modo totalmente objetivo. Curiosamente, la percepción ilustrada de la diversidad humana estuvo impregnada, en un primer momento, de aires de igualitarismo. La idea de Jean Jacques Rousseau expresada en su Discours sur lórigine et les fondements de l´inegalité parmi les hommes, de 1755, de que la humanidad era fundamentalmente buena, acercaba al salvaje al estado primigenio e incorrupto de la bondad humana. Según Rousseau, el hombre era feliz en estado salvaje porque no había sufrido todavía las terribles desigualdades que existían en la sociedad civilizada. El igualitarismo ilustrado influyó en la redacción de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1766, donde puede leerse: “Tomamos como evidencia en sí mismas, las siguientes verdades: que todos los hombres han sido creados iguales, que su Creador les ha otorgado derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”, y en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, redactada durante la Revolución Francesa de 1789, que dice en su primer artículo: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”. Pero la constatación de que el mito del “buen salvaje” influyera en muchas crónicas de viajes del siglo XVIII, no significa que el salvaje fuera considerado como un igual; los ilustrados creían que el salvaje era como un niño, inocente pero irresponsable, y al asumir que el progreso era intrínsecamente bueno, pensaban que el contacto con la civilización habría de resultar forzosamente beneficioso para él. Sin embargo no fue así, y la civilización de los europeos puso a numerosos grupos humanos al borde la extinción en un periodo de tiempo sorprendentemente breve.
La llegada del siglo XIX vio cómo el imperialismo europeo se extendía por amplias zonas del mundo y cómo, en consecuencia, empezaba a desvanecerse la concepción igualitaria de la humanidad y se consolidaba la jerarquización de la especie. No es sorprendente que los mismos habitantes de algunas islas de la Micronesia fueran descritos como de piel “dorada” en el siglo XVIII y de piel “oscura” en el siguiente. Existía la convicción de que la sociedad industrial que se empezaba a construir en Occidente representaría la culminación de un modelo de civilización, por eso el progreso se convirtió en un ideal recurrente de las filosofías del siglo XIX. En consecuencia, los europeos empezaron a considerar a los nativos de otros continentes como seres primitivos, retrasados, estúpidos e incapaces de tener sentimientos nobles y elevados. Se pasó de considerar que la esencia de la humanidad radicaba en los salvajes a considerarla patrimonio exclusivo de los europeos. El concepto de raza se convirtió en la idea central de la visión europea del mundo y dominó la antropología hasta la segunda mitad del siglo XX. En ese contexto, la teoría de la selección natural enunciada por Charles Darwin en 1859, fue utilizada por algunos científicos victorianos para argumentar que las desigualdades entre razas y sociedades (incluso entre individuos de una misma sociedad) no eran más que la consecuencia lógica de las leyes despiadadas de la naturaleza. La teoría de la evolución proporcionó argumentos para justificar el racismo a una sociedad que, adaptada cada vez más al rigor del método científico, los encontraba más plausibles que los puramente creacionistas. Conceptos como “supervivencia de los más aptos” (introducido por el darwinismo social Herbert Spencer en 1864) y “lucha por la supervivencia” se aplicaron a aspectos sociales de nuestra especie. Los científicos victorianos, incluyendo al propio Darwin, creían con firmeza que las razas “superiores” por naturaleza (la europea, según ellos) dominarían y subsistirían a las “inferiores” en todo el mundo.
Aunque la idea de superioridad racial innata fue formulada en primera instancia por científicos victorianos, fue posteriormente recogida por personajes de poca entidad intelectual, ajenos con frecuencia al campo científico. Baste citar el ejemplo de uno de los que más influyó en el pensamiento racista de los nazis con sus ideas sobre la superioridad de la raza aria, el conde de Gobineau, un diplomático fracasado que escribía, como un aficionado cualquiera, sobre temas tan dispares como arqueología u orientalismo.
(Razas, racismo y diversidad. Charles Lalueza, Editorial Algar)

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4. La otra modernidad humanista

Muchos esclavistas del sur estadounidense utilizaban las escrituras para justificar el tráfico de esclavos y tenían muchas citas bíblicas en las que se fundamentaban. Incluso llegaban a decir que quienes estaban en contra de la esclavitud estaban en contra de la Biblia y por ende de Dios. Sin embargo, los cristianos del norte tuvieron una revelación diferente de la interpretación de la Escritura y luego de estudiar cuidadosamente los pasajes encontraron que la abolición de la esclavitud no contradecía en modo alguno a la Escritura. Si bien la Biblia y los pasajes específicos eran los mismos su significado cambiaba en la interpretación de este tema tan agudo. Después de mucho dolor, la voluntad de Dios sobre la interpretación de las Escrituras acerca de la esclavitud ganó.
La interpretación de la Escritura del Iglesia Católica en cuanto a la esclavitud ha sido siempre la misma: en contra. En los primeros tiempos del descubrimiento de las tribus africanas había una gran discusión en toda Europa acerca de que si los negros eran humanos o no ya que no podían comunicarse con ellos ni entender su modo de vida primitivo esto fue lo que justificó inicialmente la esclavitud. La Iglesia pronto reconoció a los negros como seres humanos y varias órdenes religiosas como los Mercedarios se dedicaron a negociar su liberación, promover socialmente a los liberados (dándoles educación básica, atención sanitaria o ayudándoles a conseguir trabajo) o a servir y evangelizar a los esclavos en los casos en que era imposible liberarlos. Muchos, como Ramón Nonato, han llegado a entregarse en cambio y a morir esclavos cuando ya no conseguían dinero para comprarlos y liberarlos. Con el descubrimiento de América llegó también el "Derecho de Gentes" impulsado por los Reyes Católicos y la Iglesia, que reconociendo a los indígenas como seres humanos en su plenitud de derecho, prohibía el esclavismo de los aborígenes y exigía para ellos una serie de derechos básicos que los colonizadores debían respetar. Los esclavos negros debían ser bautizados y no podían ser castigados con crueldad ni con la muerte sin una causa de extrema gravedad. Si bien la influencia de la Iglesia no alcanzaba para impedir la esclavitud, había misioneros dedicados específicamente a servir a los negros traídos a Hispanoamérica y Europa desde África que trataban de promoverlos dándoles educación, atención médica, buscando la forma de preservar su cultura y reclamando sus derechos frente a los abusos como Pedro Claver. Sentando así el primer antecedente histórico de lo que hoy conocemos como "Derechos humanos". Este punto de vista en la interpretación de la Escritura es también lo que hizo la diferencia entre Norteamerica y Latinoamerica en cuanto mestizaje y es el fruto de la interpretación católica de la Biblia.

4.1. San Pedro Claver: comprometido con los esclavos

“Lo que este solo hombre ha hecho por mitigar los peores males sociales, quedará grabado con letras de oro en la historia de la humanidad” L. von Pastor

Nació en 1581 en España, y desde niño mostró grandes cualidades de inteligencia y de espíritu, siendo destinado por sus padres al servicio de la Iglesia. Al terminar sus estudios en la universidad de Barcelona, y tras recibir las órdenes menores, el santo fue aceptado por la Compañía de Jesús.
En 1610 abandona España para asumir las misiones de evangelización en las Indias Occidentales, específicamente en la colonia de Nueva Granada, hoy república de Colombia.
En 1615 fue ordenado sacerdote en Cartagena, y fue ahí donde el santo, al ver la entrega y servicio del P. Alfonso Sandoval por los miles de esclavos negros provenientes del África, tomó la decisión de convertirse en " esclavo de los negros para siempre" y pese a su timidez y falta de confianza en sí mismo, el santo se entregó a aquella misión con tenacidad y mucho entusiasmo. Sus labores empezaban con la visita casi diaria a las barracas en el puerto, donde conversaba y predicaba la palabra de Dios, logrando la conversión y el bautismo de miles de ellos. Además, atendía a numerosos enfermos y moribundos, a quienes llevaba medicinas y alimentos, y a los niños, algunos dulces y caramelos. Su obra evangelizadora también se extendió por los valles y haciendas donde el santo iba a predicar y velar por el cuidado de sus "negros", no sin antes vencer dificultades y penurias por parte de los hacendados.
La intensa actividad del santo deterioró su salud, y luego de bendecir a su sucesor en su misión apostólica falleció el 8 de septiembre de 1654, día de la Natividad de Nuestra Señora, y en medio de grandes muestras de amor y cariño popular. Fue canonizado el 1888.

4.2. San Juan Bautista de la Salle

Nació en Reims, el 30 de abril de 1651 y fue el fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. A los 11 años de edad recibió la tonsura, y a los 16, fue nombrado miembro del capítulo de la Catedral de Reims. En 1670, ingresó en el seminario de San Sulpicio, en París y ocho años después fue ordenado sacerdote. Un canónigo de Reims le confió, en su lecho de muerte, la dirección de una escuela y un orfanatorio de niñas y el cuidado de las religiosas que estaban bajo su cargo y protección. En 1681 empezó formando a los 7 profesores que trabajaban en las escuelas. Este fue el principio de lo que en un futuro tomaría el nombre de "Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas". Inauguró cuatro escuelas, pero su principal preocupación era la formación de profesores, por lo que en 1687 estableció el primer Instituto para la formación de profesores en Reims, al que le siguieron el de París (1699) y el de Saint-Denis (1709).
Hacia 1695 escribió su tratado sobre la "Dirección de Escuelas", en el cual proponía su sistema educativo que consistía en reemplazar el método de instrucción individual y el llamado "sistema simultáneo". En 1717, San Juan dejó el cargo de superior y se dedicó a la formación de los novicios e internos, para quienes escribió varios libros, entre ellos un método de oración mental.
El santo muere el 7 de abril de 1719, un Santo, a los 76 años de edad.

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